“El día que a Valery la apuñalaron, yo presentí que algo malo le estaba pasando”
Casi cuatro meses después del atroz ataque a Valery Peña, su mamá, Maira Ospino, recuerda cómo se enteró de la noticia que le cambió la vida.
Maira Ospino sabe más que cualquiera lo que duele perder a un ser amado. Pero si hay algo que –para ella– duele incluso muchísimo más, es la incertidumbre de no saber qué hay detrás del brutal ataque que le arrebató a Valery, su hija, cuando apenas empezaba a vivir la vida. Es la incertidumbre de no saber por qué la mataron.
Pero Maira sabe que la vida sigue y debe sacar la fuerza de donde no la tiene para reconstruir ese capítulo que ya quisiera cerrar.
Hoy, casi cuatro meses después de que la joven Valery Peña fuera ultrajada y atacada por dos desconocidos con unas tijeras que les sirvieron de puñal, en un hecho repudiable que conmocionó a los habitantes del municipio de El Banco (Magdalena), tanto Maira como su esposo, el señor Jorge Peña, recorrieron casi 350 kilómetros hasta Barranquilla para reclamar el acta de la necropsia.
Maira accedió a entrevistarse con Zona Cero para relatar detalles de aquella tarde del 17 de octubre de 2015, en la que su vida se partió en dos. Para ella, hablar de la muerte de su hija es como exorcizar el alma.
“El día que a Valery la atacaron, ese día me temblaban las piernas, yo casi ni podía caminar. Me sentí mal. Yo decía: ¿A mí qué me está pasando? Me siento mal. Y cuando por fin siento que puedo caminar, enseguida, veo venir a mi sobrino en una moto, y me dice: ¡Tía, Valery se accidentó!”.
Maira no supo enseguida que a pocos kilómetros, su hija estaba siendo auxiliada –bañada en sangre– tras haber sobrevivido milagrosamente al ataque de dos muchachos que la apuñalaron en por lo menos nueve ocasiones, y que una de estas heridas había sido mortal, directo al cuello. Tampoco sabía que a su hija la habían violado vilmente.
Pero igual Maira rompió en llanto. Sin saber por qué, no se esperaba lo mejor.
El papá de Valery, por el contrario, fue informado de inmediato de la grave situación de su hija. El señor Jorge sabía que a la niña la habían apuñalado, mientras que trataba de guardar compostura para no delatar la angustia. “Si le hubiera dicho (a Maira) lo que pasaba, ahí mismo se hubiera desmayado”, rememora Jorge.
Ya en la Clínica Previsalud, en la cabecera municipal de el Banco, Maira se enteró de la realidad; el mundo se le vino encima.
En la clínica, y de viva voz de quienes se encontraron a Valery tirada y clamando por ayuda, la señora Maira conoció que a su hija la habían violado y que la niña identificó a uno de sus atacantes.
“Yo hablé con la niña en la clínica y ella me dijo: mami, mami, alias Yeris fue el que me hizo esto. A ese tal Yeri (José Fernando López Viloria) la Policía ya lo conocía, ya sabían quién era él. A mí me embarcan en una camioneta de la Policía y los fuimos a buscar a ese muchacho por todo El Banco”, recuerda Maira.
Aunque hicieron un esfuerzo por encontrar al sospechoso, Maira era consciente que en ese momento la prioridad era su hija. Necesitaba atención urgente en Santa Marta, a cinco horas de camino. Una ambulancia los trasladó de inmediato.
Una vez en Santa Marta, Maira tuvo la oportunidad de revisar palmo a palmo el cuerpo desnudo de su hija. “No se me borra de la mente una marca en su nuca, la marca que le dejó Yeri cuando se le atravesó en la trocha y se le montó atrás en la moto, y con unas tijeras le presionó ahí atrás en el cuello”.
“Cuando ya estábamos en el hospital en Santa Marta, la Policía me envió una foto del sospechoso, y me pidieron que le mostrara la foto a la niña. Yo se la mostré y le dije: Valery, dime si tú lo conoces, ¿él fue el que te hizo esto? y ella lo identificó de nuevo”.
La foto que le envió la Policía a Maria –y que sirvió para que Valery señalara a uno de sus atacantes– era un registro de las autoridades por una captura anterior. José Fernando López ya había sido detenido en otras ocasiones. Sin embargo, cuando fueron tras él para detenerlo, ya se había fugado.
Valery soportó poco más de un mes hospitalizada. Cuando la situación se complicó, fue trasladada al Hospital General de Barranquilla, y el 12 de noviembre no soportó más y su vida se apagó.
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